jueves, 4 de octubre de 2018

La culminación de un gran engaño: capítulo 7.


A la mañana siguiente, Martín entró en la oficina con una caja de donuts para repartir entre todos los empleados.
«Así me ganaré su confianza», pensaba.
Y mientras los repartía a todo aquel que pasaba por allí, alguien le tocó el hombro por detrás, Raúl.
Hola Martín, ¿te has enterado ya? preguntó éste directamente.
Hola Raúl. No te había visto, ¿quieres uno? dijo señalando la caja de donuts que portaba ¿Enterarme de qué?
De que Marco se ha ido y quedamos sólo tú y yo.

Aaahh... Sí, algo me comentó anoche mi padre, una pena, tenía pensado hacer grandes cosas con él y bueno, le deseo lo mejor allá donde vaya dijo Martín aparentando no saber nada.
Sí... una pena. Por cierto, ¿tú estabas con él estos últimos días no? ¿De verdad no te esperabas nada de esto? ¿No viste ningún cambio en él que te hiciese pensar que estaba demasiado agobiado o que la situación le estaba provocando mucho estrés? No sé, yo creo que me hubiese dado cuenta le comentaba Raúl a Martín con cierto tono de sospecha.
La verdad es que tengo que admitir que no, no me di cuenta. Cometí el gran error de centrarme demasiado en el proyecto que teníamos en común, y no pude percatarme de lo mal que se encontraba Marco contestó éste intentando contentar a Raúl.
En algún momento Marco me llegó a comentar que no estaba del todo de acuerdo con tus métodos de trabajo y bueno, sólo quiero que sepas que si en algún momento noto que te pasas con algún empleado se lo comunicaré yo mismo al jefe le dijo Raúl con tono amenazante.
«Idiota, tú qué sabrás de mis métodos de trabajo», pensó Martín antes de asentir con la cabeza y darse la vuelta para dirigirse a su despacho.
Y es que Raúl, tal vez no fuese tan trabajador como lo era Marco o tan brillante como aparentaba ser Martín, pero siempre aportaba su grano de arena a todo tipo de proyectos, siempre estaba atento de los trabajadores y odiaba y denunciaba a todo aquel que se creía con el suficiente poder como para humillar a un empleado. Era esa persona a la que acudir cuando necesitabas algo de apoyo, esa persona que siempre te impulsaba.
Raúl iba a cumplir 10 años ya al servicio de Electronic Master y siempre se le había caracterizado por estar centrado en su trabajo, aunque si alguien le necesitaba siempre estaba a su disposición, "era como un delegado de clase pero en el trabajo" — había dicho Bruno alguna vez. Y es por eso por lo que Bruno le había elegido como candidato, más que por su labor, que era bastante buena, por su colaboración con todos los empleados de la empresa.
Iba al instituto y ya entonces había destacado por ello, sus amigos siempre le pedían consejos, ayudaba a aquellos que creía que lo necesitaban y estaba atento de aquellos otros despistados. Se había formado y especializado en informática porque pensaba que era una buena forma de ayudar a las personas. Con el auge de la tecnología, todas las familias tendrían ordenadores, móviles, tabletas y cualquier tipo de dispositivo electrónico que en cualquier momento podrían romperse y es ahí donde Raúl juntaría sus ganas de ayudar siempre a la gente con su mayor hobbie, las tecnologías. Además, Electronic Master le había dado la posibilidad de emprender un proyecto que le rondaba por la cabeza desde siempre: crear un dispositivo/aplicación que se activase cuando una persona tuviese una urgencia. Por esta razón, Raúl ansiaba el puesto de jefe, para poder reunir a toda la empresa en un único proyecto.
Y es por eso por lo que le había llamado la atención a Martín. A pesar de que a todo el mundo le gustaba Martín, a Raúl nunca le había parecido nunca tan bueno como el resto decía, siempre había creído que su persistente ambición con ser el mandamás de la empresa coincidía con su rapidez escalando puestos. Es cierto que llevaba casi los mismos años que Raúl en esa empresa, pero a éste le parecía raro que una persona sin apenas estudios sobre la materia de la empresa fuese tan bueno como para quitar de encima a tanta gente como se había quitado.
Y el caso de Marco, fue la gota que colmó el vaso para Raúl. Desde siempre habían sido muy amigos y se conocían muy bien, por eso, aún no había logrado entender como una persona tan trabajadora y tan implicada se hubiese esfumado de la empresa sin más.